Cada vez me cuesta mas conocer a las personas. Creo que nunca llegaré a entenderlas, y menos a aceptarlas. Este sábado me sentí en la América de la secesión, me sentí cómo cuando a los negros les obligaban a sentarse en las últimas filas del autobús y a los blancos en las primeras, y obligaban a los negros a levantarse para que se sentara un blanquito.
Estuve en una cena de grupo, de estas multitudinarias con todo de parejas, hipotecas y embriones flotando por el aire. La mesa estaba partida en dos, en función de la estructura genética de cada cual. Te recibía Gregor Mendel, el padre de la genética, te observaba y te decía:
- Dos cromosomas X, a la derecha
- Un cromosoma X y uno Y, a la izquierda
Y así se hizo la cena. No es que me sintiera discriminado por mi condición de XY, ni que ansiara tener una conversación con los XX de la mesa; sino que encuentro absurdas estas segregaciones, promovidas mayoritariamente por los duplos XX-XY: Parece que sean duplos antinaturales que no deseen realmente estar juntos, o que su polaridad les afecte en las dinámicas de grupo.
De todas maneras estuvo bien, comimos, bebimos, nos emborrachamos y por unos momentos, unas horas, algunos XY recordaron lo que era ser un XY libre en lugar de la mitad de un duplo.
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