31.7.06

Tears in heaven

Hechos recientes me llevan a, para variar, darle a los pedales que mueven mi cabeza. La vida es breve, carpe diem, vive intensamente, aprovecha el momento... son máximas que se me vienen repitiendo constantemente. Las siento mías, intento que sean mi manera de vivir. Pero no sé si las cumplo.

"Hijo, no te hagas mayor", me ha dicho mi abuela en la cama del hospital este fin de semana. Le están dando oxígeno, le han prohibido ingerir líquidos. Sé que no me está diciendo que pare el tiempo. Sé que su consejo no es "ten 28 años para siempre", ni que se queja de lo que le está pasando, ni si quiera es miedo a la muerte.

Lo que me quiere decir (es MI abuela y sé que es así) es que viva mi vida según lo sienta, que utilize las alas que sabe que tengo para volar. Que no deje que se me atrofien por la edad o por las hipotecas, que las desplegue cuanto antes y eche a volar.

No quiero decepcionarla, no quiero llegar a mayor y pensar que no le hize caso a la persona más sabia del mundo. Ella voló, e hizo volar. Ella ayudó a desplegar las alas a mi abuelo, le llevó a hombros para que sintiera lo que es volar (como Superman con Lois Lane) y hasta le hizo creer que las alas eran suyas. Pero era ella quién volaba.

25.7.06

Las alas son para volar - Bucay

Y cuando se hizo grande, su padre le dijo:

- Hijo mío, no todos nacen con alas. Y si bien es cierto que no tienes obligación de volar, me parece que sería penoso que te limitaras a caminar, teniendo las alas que el buen Dios te ha dado.

- Pero yo no sé volar - contestó el hijo.

- Es verdad... - dijo el padre y caminando lo llevó hasta el borde del abismo en la montaña.

- Ves, hijo, este es el vacío. Cuando quieras volar vas a pararte aquí, vas a tomar aire, vas a saltar al abismo y extendiendo las alas, volarás.

El hijo dudó:- ¿Y si me caigo?

- Aunque te caigas no morirás, sólo algunos machucones que te harán más fuerte para el siguiente intento - contestó el padre.

El hijo volvió al pueblo, a sus amigos, a sus pares, a sus compañeros con los que había caminado toda su vida. Los más pequeños de mente le dijeron:

- ¿Estás loco? ¿Para qué? Tu viejo está medio zafado... ¿Qué vas a buscar volando? ¿Por qué no te dejas de pavadas? ¿Quién necesita volar?

Los más amigos le aconsejaron:

- ¿Y si fuera cierto? ¿No será peligroso? ¿Por qué no empiezas despacio? Prueba tirarte desde una escalera o desde la copa de un árbol, pero... ¿desde la cima?

El joven escuchó el consejo de quienes lo querían. Subió a la copa de un árbol y, con coraje, saltó... Desplegó las alas, las agitó en el aire con todas sus fuerzas pero igual se precipitó a tierra...

Con un gran chichón en la frente, se cruzó con su padre:

- ¡Me mentiste! No puedo volar. Probé y ¡mira el golpe que me di! No soy como tú. Mis alas sólo son de adorno.

- Hijo mío - dijo el padre - Para volar, hay que crear el espacio de aire libre necesario para que las alas se desplieguen. Es como para tirarse en un paracaídas, necesitas cierta altura antes de saltar.

Para volar hay que empezar corriendo riesgos.

Si no quieres, quizás lo mejor sea resignarse y seguir caminando para siempre.

Y aqui os dejo otro.

20.7.06

de cuerpos y de mentes (que no dementes)

Leed este post

vaya... tanto tiempo dándole vueltas para hallar aqui la solución! Soy una lesbiana con cuerpo de hombre! No quiero ser el mas fuerte, no quiero ser el mas macho, el que mas folla, el que es mas infiel a su pareja... quiero mimos antes del sexo, durante el sexo y sobretodo después del sexo.

Quiero que me sorprendan, quiero que me regalen flores y bombones. Quiero que me manden un sms antes de acostarme y uno al levantarme, que me llamen a mediodia para decirme que me echan de menos, que me preparen noches románticas, que me llenen de besos, levantarme y ver que me estan mirando.

Ahora tengo que encontrar a un gay con cuerpo de mujer?

17.7.06

Blog en luto

Declaro este blog en luto por todas las muertes que se están produciendo en el Líbano y en Gaza. Víctimas civiles inocentes hay muchas en el mundo, es cierto; es en parte hipócrita declararse en luto sólo por algunas de ellas; pero es mi grano de arena de hoy, mi llamada a la reflexión.

Yo no soy así?

Sal de fiesta y emborrachate. Intenta ligar. Ten novia. Invítala a cenar, al cine, a pasear. Ponte a trabajar. Conoce a sus padres, a su familia, a sus amigas. Caeles bien a todos. Hazte el simpatico. No seas celoso. No te enfades por tonterias. Cuidala.

Vive en pareja. Hipotecate. Casate. Trabaja 10 horas al día. Ten hijos. Mira la tele cuando llegues a casa. Ves a Benidorm a pasar las vacaciones, bebe cerveza y come el paellador. Ves al cine los domingos por la tarde con los crios a ver Superman, saliendo del cine párate en el McDonalds y te comes un Big Mac.

Ves pagando la hipoteca, el coche, la ropa de marca. Vive por y para ello. No pienses en nada más, no te preocupes por nadie más; total, en las noticias casi ni hablan de ello, y si no lo dicen por la tele será que no es importante.

10.7.06

te cuento un cuento

Érase una vez un joven llamado "petit toixonet" que vivía en un planeta muy pequeño. Era un planeta tan tan pequeño que sólo tenia un pequeño volcán y una rosa. El único trabajo que tenía el joven era limpiar el hollín y las cenizas del volcán y mimar a la rosa. La rosa era su vida, su amor, su leif motiv. Durante el día le hablaba, la regaba si tenía sed, le ponía música o hasta le leía libros. Por la noche, cómo refrescaba mucho, la cubría con una mampara de cristal de Bohemia construida especialmente para ella.

La rosa quería ver mundo, visitar otros países, ver otras gentes pero el joven no lo entendía. Sabía que ella era feliz con su compañía, sentía que se querían y no llegaba a comprender porqué ella anhelaba irse.

Una noche, la rosa le dijo al joven que no la tapara, porqué últimamente tenia demasiado calor y quería pasar una noche al aire libre. Y a la mañana siguiente ya no estaba. El joven se volvió loco, se preguntó que había hecho él para merecer tal agravio, siempre había querido a la rosa y la había mimado hasta la saciedad. Entonces decidió buscarla por todos los planetas del universo hasta dar con ella.

En el primer planeta que visitó, sólo encontró un hombre delante de su ordenador. Este hombre se pasaba horas y horas tecleando, programando, escribiendo, chateando sin parar. El joven le preguntó por la rosa, y el hombre le contestó:

- Qué és una rosa?
- Es algo precioso, el centro de mi vida, lo que mas aprecio en este mundo.
- Entonces debes hablar del ordenador, pero este es mío y sólo mio así que sera mejor que no te acerques

En el siguiente planeta, se encontró a otro hombre delante de un espejo. Se pasaba horas y horas mirándose, arreglándose, poniéndose cremas, depilándose, peinándose y volviéndose a mirar. El joven le preguntó por la rosa a lo que el hombre contestó:

- Qué es una rosa?
- Es algo precioso, el centro de mi vida, lo que mas aprecio en este mundo.
- Entonces debes hablar de mí, porque está claro que soy lo más bonito del mundo, lo que más aprecio del mundo. Pero ni loco me vendría contigo a un planeta sin espejos!

El joven empezaba a sentirse frustrado y confuso. Frustrado por no encontrar la rosa, y confuso por ver cómo tanta gente en el universo podía vivir sin una rosa y aún así no querer encontrarla. Entonces el joven decidió que visitaría un último planeta y que si no la encontraba se volvería para casa.

En este planeta, el joven encontró grandes ciudades, grandes mares y bosques cada vez más pequeños. Era un planeta muy sucio, no entendió porque sus habitantes no lo limpiaban con el poco tiempo diario que requería. Pensó que si visitaba una ciudad le sería fácil encontrar alguien que le ayudara. Craso error. Allí nadie le hizo ni caso, todos los habitantes iban a la suya ignorándole.

Abatido y desolado, el joven abandonó la ciudad para marcharse para casa. En las afueras de la ciudad se encontró con un perro en el borde de un camino. Parecía hambriento, y cómo el viaje del joven llegaba a su fin, decidió darle al perro los restos de provisiones que llevaba. El perro le preguntó por las razones de su viaje, y cuando el joven se las contó le dijo:

- Quizás yo pueda ayudarte a encontrar lo que buscas, aunque quizás no sea lo que esperas encontrar.

Y le indicó que siguiera el camino y que buscara detrás de una colina cercana. El joven emprendió el camino raudo y veloz. Cuando cruzó la colina, no se podía creer lo que veía: un campo lleno de flores. Había flores de todos los colores, de todos los tamaños, flores increíblemente preciosas, tanto o más que su rosa. Se paseó por el campo, mirando todas las bellas flores, hablando con algunas y fascinándose con unas pocas. Encontró a su rosa, que en medio de tantas flores le pareció una más. Entonces decidió quedarse ahí para gozar de la compañía de todas esas flores y poder disfrutar de todas y cada una de ellas. La rosa había decidido huir de su lado, y gracias a ello él había encontrado el paraíso. Pero cuando llegó la noche y estaban casi todas dormidas, sintió la necesidad de cubrir a la rosa con la mampara, cómo siempre había hecho, por si hacía frío y se resfriaba. Sintió que realmente sólo le importaba la rosa, que las otras flores por muy bonitas que fueran o por muy bien que olieran, nunca llegarían a ser para él lo que era la rosa. Así pues, la cubrió con la mampara y se fue a dormir a una cabaña cercana.

Por la mañana al despertar, volvió al campo y quedó atónito de lo que encontró. Sólo quedaba en pie la rosa, dentro de la mampara. Todas las otras flores habían sido arrasadas por el viento, excepto la rosa que se había salvado gracias a él.

6.7.06

cuentame un cuento

Caminaba distraídamente por la calle cuando la vio: era una enorme y hermosa montaña de oro. El sol le daba de lleno y al rozar su superficie reflejaba tornasoles multicolores, que la hacían parecer un objeto galáctico salido de una película de Steven Spielberg. Se quedó un rato mirándola como hipnotizado.

-¿Tendrá dueño? - pensó.

Miró hacia todas partes, pero no vio a nadie a su alrededor. Al final, se acercó y la tocó. Estaba tibia. Pasando los dedos por su superficie, le pareció que su suavidad era la correspondencia táctil perfecta de su luminosidad y su belleza.

- La quiero para mí - pensó.

Muy suavemente, la levantó y comenzó a caminar con ella en brazos, hacia las afueras de la ciudad. Fascinado, entró lentamente en el bosque y se dirigió a un claro. Allí, bajo el sol de la tarde, la colocó con cuidado sobre la hierba y se sentó a contemplarla.

-Es la primera vez que tengo algo valioso para mí. Algo que es mío. ¡Sólo mío! - pensaron los dos a la vez.

Cuando poseemos algo y nos esclavizamos dependiendo de ese algo, ¿quién tiene a quién, Demián? ¿Quién tiene a quién?

Este es un cuento de el libro "Déjame que te cuente" de Jorge Bucay. Creo que el problema de todas las relaciones en esta vida está reflejada en él: cuando nos pensamos que algo nos pertenece, cuando sentimos que es nuestro y sólo nuestro.

Nada es de nadie, y aún menos una persona. Al sentirnos con derechos (que no obligaciones) sobre una persona, empezamos a creer que podemos controlarla, que podemos cambiarla, que podemos planificar su vida a nuestro antojo. De ahí al "la maté porque era mía" hay un paso. Si realmente hay alguien que te importa, déjale libre, no le cortes las alas, no le impidas ser quién es y cómo es. Empújale hacia nuevas metas, ayúdale a conseguir lo que quiera, aunque ello implique alejarse de ti.

Hace mucho tiempo en una pared de un camping en Sanxenxo, Galicia, leí: Si deseas algo con mucha fuerza déjalo en libertad, si no vuelve es que no era para tí, pero si vuelve será tuyo para siempre.

3.7.06

el ruido y el silencio

Odio el ruido. Llevo semanas en medio del ruido, en el curro, en casa, en la calle, de noche... se hace insoportable. Cuando llega el verano parece que es lícito gritar, poner la música más alta, hacer reformas en la oficina o el piso... y me duele la cabeza. Me duele la cabeza por el puto ruido, porque se instala dentro de mí y no me deja pensar con claridad. Ahora mismo siento que tengo una lija entre mi cerebelo y mi lóbulo frontal, dejándolo todo bien liso.

Este ruido se repite en mi cabeza cuando mis neuronas se pelean entre ellas. Empieza una batalla: a la izquierda, las neuronas Racionales y a la derecha, las Irracionales. En principio se podría pensar que es una batalla injusta, porque las Racionales ganarían de calle. Tienen una estrategia acurada, un plan trazado al mil·límetro y todos los flancos cubiertos. Su batallón está entrenado para cualquier eventualidad, siguiendo unas normas estrictas de comportamiento, siguiendo lo que el jefe Raciocinio manda. Saben lo que es bueno para lograr su propósito y lo que es malo.

En cambio, las neuronas Irracionales van por libre. Se parecen a los republicanos en la guerra civil: cada uno por su lado, formando milicias, pequeños escuadrones que no se hablan con el resto, sin seguir un único mando. Van a la suya, mal preparadas, mal entrenadas, borrachas perdidas. Y empieza la batalla.

Las Racionales empiezan dominando: disparan desde lejos, avisando, preparando el terreno para la batalla cuerpo a cuerpo. Envuelven a las Irracionales con una maniobra digna de Napoleón, las encierran en un círculo y empieza la batalla. Pero ahí surge el empuje Irracional. Al verse perdidas, las neuronas Irracionales reaccionan y se lanzan contra las Racionales, les plantan cara, las vencen en un abrir y cerrar de ojos. Y luego el silencio, la calma que viene después de la tormenta. Las Irracionales han ganado, se hace lo que ellas querían. Pero es una decisión Irracional, no meditada, no estudiada y por lo tanto sin futuro.

"Toma consejo en el vino, pero decide después con el agua" Benjamín Franklin