26.9.06

El salto

Abro la puerta. Entro. No veo nada, no quiero ver nada. No me importa no ver nada. Le doy al interruptor, por inercia, por costumbre, por idiota.
Avanzo por el pasillo, me dejo la puerta y la luz abierta. Llego a la cocina, abro la luz, veo su cuerpo, veo las manchas. Paso de largo y no me inmuto; era mía y mía será para siempre.
Ya en el comedor, veo la luz del día que entra por el balcón. Me parece oír unas sirenas a lo lejos, aunque tampoco me importa. Llego al balcón, otra vez. Miro hacia atrás, su cuerpo. Miro hacia el cielo, su alma. Miro hacia abajo, el infierno y salto hacia él.
Espero que funcione, que mi cuerpo se quede aplastado en el suelo y mi alma siga en caída libre hasta el infierno.

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