Cuando las webcams no tenían ojos era insoportable estar lejos de ti.
Hablar contigo mientras mirabas a otro, aún y sabiendo que era mi imagen.
Hablarte sin perderme en la profundidad de tu mirada, viendo que los mil detalles d tu cara quedaban reducidos a unos pocos píxels.
Mirarte y no poder leer tus pensamientos escritos en el iris de tus ojos.
Utilizar tus pestañas cómo trampolín para sumergirme en ellos y bucear en tus miedos.
Cuando las webcams no tenían ojos.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario